miércoles, 24 de febrero de 2010

UN POQUITO DE POR FAVOR CON LOS ALBAÑILES

QUE ALGUNOS SEMOS VERDADEROS ARTISTAS




Tres albañiles estaban desempeñando la misma tarea, cuando un hombre que los observaba hace rato, se acercó a ellos. El hombre preguntó al primer albañil:
- ¿Que está usted haciendo?
A lo que el albañil contestó:
- ¿Acaso no lo ve? ¡Estoy apilando ladrillos!
Y continuó con su trabajo, después de hacer un gesto molesto,debido a que consideraba que el hombre le había hecho una pregunta tonta y de repuesta obvia. El hombre repitió la misma pregunta al segundo albañil. La repuesta no se hizo esperar:
- ¿No ve que estoy levantando una pared?
El hombre, perseverante, volvió a formular la pregunta al tercer albañil quien también respondió al particular interrogatorio pero con una amplia sonrisa llena de orgullo, diciendo:
-¡ESTOY CONSTRUYENDO EL HOSPITAL INFANTIL DEL PUEBLO!

Reflexión : si nos distanciamos de la realidad cotidiana y la vemos con perspectiva, nuestras experiencias adquieren otro sentido.


Ahora bien, si es cierto que la obra de arte funda su público en vez de depender de él, hay que admitir que no solo la comunicación no agota la esencia del arte, sino que también que la obra, lejos de brindarse a un "consumo" fácil y destructivo, exige mas bien esta contemplación interpretadora y reveladora que el activismo y el hedonismo actuales pretenden rechazar. El consumo es un goce que no posee mas meta que él mismo; un goce impaciente y devorador, que destruye su objeto en el preciso instante de poseerlo; un goce adaptado a una forma de arte que piensa menos en durar que en gustar a la mayoría. Por el contrario, la contemplación no tiene mas meta que la revelación de su objeto, que se hurta tanto a la precipitación como a la inercia y deja estar a su objeto, atento a su realidad ya su independencia; un goce adaptado a una forma de arte que nace en una época pero que sigue viviendo mas allá de todas las épocas. El arte perecedero solo reclama el consumo y muere con él; el arte eterno - que es el único verdadero- suscita la contemplación y la regenera constantemente gracias a su propia perennidad.



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